miércoles, 20 de julio de 2011

Capitulo 66: Por poner al día el blog.

Tengo muchas cosas que contar, pero tampoco me quiero enrollar en exceso.
Acabo de llegar de "vacaciones", y digo "vacaciones", porque de desconectar, pasarlo bien y demás nada de nada. He pasado todos y cada uno de los días en el hospital, con mi abuela ingresada y muy muy malita;me temí lo peor. Aunque no haya descansado nada y haya tenido que cancelar por segundo verano consecutivo mi viaje a Cantabria, me alegro de que al final esté bien en una residencia, aunque no se acuerde de mi ni de muchos acontecimientos y personas de toda su vida, pero verla bien me alegra.

Regresé antes de ayer de vaciones. Hoy estoy de saliente.

¿Cómo podría resumir esta entrada? pues nada más diciendo que me veo diferente, segura ante un parto, tomo mis propias decisiones, y lo que me dicen algunas matronas, tengo mucha paciencia.
En realidad no hago nada, y me siento orgullosa. No masajeo el periné inecesáreamente, dejo que poco a poco la cabecita del bebé haga su propio trabajo. Me encanta no hacer nada de nada.
Creo que poquisimas veces he decidido hacer una episiotomía por mi propia cuenta, vamos, que puedo contarlas con los dedos de una mano. No he visto todavia un desgarro de III grado, bueno, sí, en los instrumentales, pero en los eutócicos nunca.

Cuando sale la cabecita, dejo que rote él o ella solo/a. No tiro del bebé para desencajar los hombros, simplemente lo acompaño. Cada vez tengo las ideas más claras, que depués de la crisis por la que pasé no es tan fácil.

Y no es fácil porque los altos Dioses de bata blanca suelen meter el hocico donde no les llaman. Lo cuento:

Estoy con una mujer, primigesta, con epidural. Lleva en completa desde hace hora y media. Me encuentro empujando con ella. Está en un segundo plano. El monitor está perfecto, ni una deceleración y variabilidad adecuada. La mujer me pregunta si falta mucho para pasar a paritorio, le explico que la cabecita del bebé tiene que bajar más con mi teoria de los pisitos, que es como si le quedaran por bajar dos pisos y cuando estuviese en el último y ya faltaran los empujones finales, pasamos a paritorio.

Acto seguido, y explico tal y como paso, entra una gine, que sin mediar palabra (ni un "hola, que tal?", ni una "soy la ginecologa") se pone un guante, le abre las rodillas a la mujer (que vamos, si soy yo la mujer "bonita" es lo último que sale por mi boca"), le tacta, me pregunta que cuanto lleva en completa, le digo que hora y media, a lo que contesta "la pasamos a paritorio, que ya lleva mucho en completa". La gine se va, la mujer me pregunta si pasa algo, le digo que no, que la que le ha mirado era la ginecóloga, y que esté tranquila, que todo va bien.
Estamos en paritorio, yo me he preparado para hacer el parto.

La mujer empieza a empujar, se lleva un Kristeller de regalo por parte de la resi de gine. La ginecologa anterior me dice "hazle episiotomía", y como lo dice la bata blanca y yo no soy más que un despojo de residente de matrona, le hago una episiotomía de las mías, vamos, chiquitina, chiquitina (un piquezín). Acto seguido, la gine coge las tijeras y con la frase que nunca olvidaré "ya que te pones, hazla más grande", mete las tijeras en el pobre y desgraciado periné de la mujer y triplica el tamaño de mi episiotomía. Todo esto escuchando un monitor en perfectas condiciones. A mi se me revuelve todo por dentro.
Sale el bebé, lo pongo sobre la mamá y corto el cordón porque la madre quiere donar. El equipo no estaba preparado, así que miro a los lados y digo "preparme el equipo de cordón, porfa". Y entonces la gilipollas (si no lo digo no quedo agusto) de la gine me da un golpe contra mi hombro, lo cual no entendí, pero quiso decir algo sí como que me callara. Ante el golpecito que me dió, el padre se extrañó, y evidentemente, preguntó si pasaba algo, a lo que esta gran profesional respondió que lo que hablamos entre los profesionales es entre los profesionales.
Yo le dije que no pasaba nada más que nada PORQUE NO PASABA NADA, bueno, sí, que esa mujer estaba ahí, eso era lo que pasaba.
Al final se largó la gine (hurra!) y ya hice mi trabajo. Pero llegó el momento de coser semejante episio, y sí, allá, a lo lejos, parecía diferenciarse el ángulo, pero era imposible cogerlo, NO LLEGABA. Era de estas episios que cosen los gines ayudándose de unas válvas. Por suerte estaba con una matrona que para mí es la que mejor sutura de todas. Le dije que era incapaz de llegar al ángulo. Esta matrona no tarda casi ni 5 minutos en coser una episio...bueno, pues con esta estuvo 15. Yo no hacía más que pensar en la pobre mujer, que sin ton ni son, sin ninguna razón, ni la más mínima, había vivido todo eso, y se había llevado esa episotomía, y en el pobre bebé, que estaba haciendo su trabajo de una forma tan perfecta y de repente le habían avasallado por todos los flancos, forzándole en un viaje tan especial. Salí mal de ese parto, pensando en la increible profesional que había tenido a mi lado.

Ya en la habitación, los dos padres me dieron las gracias, a mi y al turno anterior que había estado con ellos. Me dijeron que agradecían sobre todo que estuvieran informados en todo momento, como había hecho yo (palabras de los dos). Les dije que qué menos. La información es tranquilidad, y en la sanidad es algo primordial.
Eso sí, antes de salir me dijeron que la ginecóloga fue una borde y una seca. Mi mirada creo que les dijo todo, porque ya no podía disimular más.
En el fondo me dió pena que me agradecieran nada, cuando todo podría haber sido mucho mucho mejor, pero bueno.

Y esta es una de las cosas que te hace plantearte el trabajar en un hospital, que te hace plantearte muchas cosas.

Pero una de mis últimas noches antes de irme de vacaciones, tuve una charla muy especial con una matrona muy especial (quiero ser como tú!), que me animó muchísimo. Esa misma noche, además, vino una en completa, e hicimos el parto en la cama, algo precioso que no olvidaré nunca.
En ese parto (y ya en muchos otros) sí que pude hacer mi trabajo, a mi manera, que en realidad fue nada, jeje, dajarlo hacer. Yo quiero ser matrona, no la enfermera del obstetreta, y quiero respetar el parto, cosa que hoy en día pocas veces se hace en el ámbito hospitalario.
Algunas matronas te explican las cosas desde la medicina defensiva, desde el miedo al parto, desde el miedo a las consecuencias, y me dan mucha pena, porque son las primeras que ofrecen la epidural hasta tal punto de que si alguna no viene del todo convencida de ponérsela, al final se la pone gracias a los ánimos de la matrona, y se gana un suerito de synto, y una larga estancia en la cama, y muchas más cosas que sí que pueden dar malos resultados. Es algo incongruente totalmente. Me da muchísima pena que se trabaje así. Yo desde luego no lo quiero para mí.

Un parto requiere atención y respeto, nada más.

sábado, 2 de julio de 2011

Capítulo 65: Hasta "las pelotas" de blogger, y respuesta al comentario de Azahara

Ahora resulta que blogger no me deja publicar comentarios ni en otros blogs (lo he intentado en el de Azahara) ni en el mio propio. Me redirecciona y me pone como anónimo, así que una más, y se acabó blogger.

Bueno Azahara, vamos a lo importante, a mi respuesta a tu comentario.
Sólo quería darte las gracias por animarme a seguir en esta línea. Ojalá algún día, todas o casi todas las mujeres, quieran ser conscientes de su parto.
No digo que por ejemplo en una inducción, que es durilla, no se pongan la epidural, pero sí que pueden ser partícipes, si que se pueden mover. Típica pregunta con epidural puesta "¿queda mucho?", jeje.

Seguiré en mi empeño, aunque hay cosas que a lo mejor no cambien.

Y me alegro de que por lo menos, en tu segundo parto, pudieras decidir tú.

Un fuerte abrazo.